Cuando decidí volcarme al reportaje social de boda, tenía claro que, de hacerlo, sólo había un camino para mí... el documentalismo, retratar personas en sus momentos... inmortalizar el momento de las personas... y ahora, al ver casar a mi hija... me alegro más que nunca de esa decisión. Mis fotografías serán mejores o peores... pero no os quepa la menor duda que siempre plasmarán el suceso tal como sucede, la casualidad tal como llega, el segundo tal como sucede. Y tras la boda de mi hija, mayor énfasis pondré en ello; porque sé lo que se vive, quiero inmortalizar cómo se vive.
Como padrino, tenía prohibido coger una cámara de fotos durante la ceremonia (era mi obligación entregar mi hija a Jose), ni durante el paseo de los novios (era mi obligación estar en los aperitivos con los invitados), pero nadie me pudo impedir congelar los más hermosos momentos de mi hija mientras se arreglaba y durante la celebración.
Una pena muy grande... o varias... aquellos más íntimos que no pudieron estar por habernos dejado hace tiempo (los dos abuelos de Leticia); pero una grandísima pena..., la ausencia... la gran ausencia que la intratable muerte nos causó... la abuela María... su abuelita. que... por unos malditos días no nos pudo acompañar. Un profundo aire corría entre los corazones de su nieta y su marido, sus otros nietos, sus hijas y sus yernos, porque, de una manera u otra, sentíamos, en lo más profundo de nuestras almas... su presencia.
Quiero agradecer a todos los que nos acompañaron, familiares, amigos, compañeros (que también amigos) en aquellos dulces momentos.
No puedo olvidar mi agradecimiento a la maquilladora y peluquera Susana Martín (en tus manos se hizo princesa), ni a los grandes profesionales de la fotografía documental: Andrés, Sergio, Alejandro y Manolo. Mi agradecimiento mas cariñoso y especial a Juan Luís y Ana, la parejita (matrimonio) de video-documentalistas que, de forma desinteresada y gratuita, a título de regalo de bodas, recogieron, a través de miles de fotogramas, cada uno de los apasionantes segundos vividos en ese importante 14 de mayo; gracias parejita, espero compartir con vosotros muchos trabajos; ya sabéis chicos que os debo una.
Os dejo algunos de mis momentos (nunca mejor dicho), recordando que con mi fotografía no pretendo resaltar la más pura de las técnicas, sino convertir en fotogramas el instante tal cual.
Vuelvo a agradecer la compañía y el calor que desde la tierra y el cielo, tuvimos de todos ustedes.
Va para ti, hija mía, y para tí hijo mío. Va por vosotros dos.
Un beso enorme.
Manolo Navarro
esta vez "el padrino"